Entre los tres centenares de gargantas, foces o desfiladeros que hay en Asturias destaca la llamada Canal del Texu (o Tejo) también conocido por Las Salidas de Bulnes, pues es el camino natural que une Poncebos y la civilización con ese apartado pueblo perdido en los Picos de Europa.

Para llegar al pueblo de Bulnes el camino normal es a través del desfiladero que forma el río Bulnes, entre los contrafuertes de Peña Maín y el Murallón de Amuesa, conocido por la Canal del Texu. Ese camino se toma en Poncebos, al lado del Cares, del que el río Bulnes es afluente. Allí, al final de la Garganta del Cares, hay un puente de la Edad Media sobre las aguas del Cares, siendo ese puente el comienzo de la senda. Antes de tomarla no es raro que en Poncebos, debajo de un túnel, veamos materiales de construcción, piensos y otros elementos logísticos, allí almacenados por los vecinos de Bulnes. Bulnes es uno de los pocos pueblos de Asturias donde aún hay burros, asnos.

Si queremos ir a Bulnes para hacer una visita a esas nobles gentes, siempre abnegadas y voluntariosas para ayudar a los montañeros en apuros (aunque ahora algunos no les correspondan), tomaremos esta senda en el citado puente, pasando junto a una cabaña y después por un rústico puente sobre el río. La senda asciende entre grandes precipicios, siempre rodeada de impresionantes murallones de roca, mientras el río torrencial se queda en el fondo. El camino es como de un metro de ancho en muchos de sus tramos, por lo que hay que tener cuidado no irse al precipicio.  Ni tirar piedras al fondo nosotros, ni recibir en nuestras cabezas las que pueden desprenderse de arriba (algunas veces lo hacen las cabras y otras veces algunos "humanos"). La senda va ascendiendo en zig zas, por un suelo de piedra suelta. Un gran mal para esta senda y sus usuarios, especialmente los lugareños, es la manía que tienen algunos ignorantes, o irresponsables, de tomar atajos, sólo para presumir de valientes. Pues estos atajos deterioran el camino verdadero y confunde con el paso del tiempo al caminante, haciendo caer, a veces, tanto a las personas como a los animales de carga, por esos atajos.

Continuamos con la descripción de la subida por ese desfiladero: Subimos y la fatiga nos acosa y nos detenemos para descansar un breve rato y para desde allí contemplar el impresionante paisaje que se nos ofrece a la vista. Los enormes y enhiestos picachos, los pedreros, los minúsculos prados que en ocasiones bordean el río. Allá, muy al fondo, divisamos el caserío de Camarmeña, con sus casinas agrupadas que nos recuerdan los belenes navideños.  Hemos dejado atrás el inicio del túnel por donde ha de subir el tren de cremallera que terminará con el aislamiento de Bulnes. Las cabras triscan alegres por pedreros y dan al paisaje un animado color de vida. Llevamos casi una hora subiendo y nos encontramos con un lugar en el que la garganta se abre y aparece una extensa pradera. Ya estamos muy cerca del final de nuestro camino.

Llegamos al centro de Bulnes de Abajo. Antes de llegar al recóndito lugar hemos pasado delante del cementerio y de la iglesia, llenos de una profunda humildad pétrea. La sabrosa comida que se nos brinda, el frescor del lugar, el reposo del cansado viajero, hacen que el lugar tenga un encanto envidiable. Y tras el reposo el regreso por el mismo camino que habíamos subido, dificultoso en ocasiones por la peligrosidad de las piedras sueltas en aquella bajada tan pendiente. A nuestra espalda queda el Urriellu, visible en su erguida cresta. Vemos ahora ya lejos, frente a nosotros, un rebeco que desaparece con rapidez. Llegada a Poncebos y camino de Arenas de Cabrales donde muy bien nos atienden en un hotel de dignísima categoría.

DESFILADERO O CANAL DEL TEXU 

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