OSO
PARDO
Dentro de la categoría de especies en peligro de extinción se encuentra una
única especie: el oso pardo ibérico (Ursus arctos), cuyo Plan de
Recuperación fue aprobado mediante Decreto 13/1991 del Principado de
Asturias y revisado mediante el Decreto 9/2002, en cuyos anexos se recoge el
análisis de la situación actual del Oso Pardo, así como la finalidad y
objetivos del Plan de Recuperación.
Los osos de la Península Ibérica son los únicos representantes puros de una
de las tres líneas evolutivas del oso pardo en Europa. La población española
de oso pardo se centra en la Cordillera Cantábrica. La reducida población
pirenaica se sitúa en su mayor parte en la vertiente francesa.
Los osos pardos se distribuyen en la Cordillera Cantábrica en dos
poblaciones que, aunque intercambian esporádicamente ejemplares, se
consideran genéticamente incomunicadas. Las dos poblaciones están separadas
por 30-50 km. de distancia, donde se acumulan importantes infraestructuras y
actividades humanas. El área de distribución de la especie se reparte en
cuatro Comunidades Autónomas: Principado de Asturias, Cantabria, Castilla y
León y Galicia.
La población oriental, con unos 20-25 ejemplares, ocupa en Asturias un área
de 65 km. en los concejos de Caso y Ponga. La población occidental, mantiene
un censo estimado en 65-70 ejemplares y se extiende por un área aproximada
de 2.000 km2, en los concejos de Lena, Quirós, Proaza, Teverga, Grado,
Yernes y Tameza, Santo Adriano, Belmonte de Miranda, Salas, Tineo, Allande,
Somiedo, Cangas del Narcea, Ibias y Degaña.
La revisión del Plan de Recuperación del Oso Pardo de 2002, analiza los
resultados obtenidos en los siete años anteriores. Tomando como parámetro el
número de grupos familiares de osas con crías, se aprecia una ligera
recuperación en la población occidental de oso pardo, por lo que puede
afirmarse, con las debidas precauciones que, al menos, la aplicación del
Plan de Recuperación, parecía haber sido capaz de frenar la tendencia
regresiva de la especie, o en todo caso haber colaborado a ello. Esta
tendencia parece haberse confirmado de igual forma en el resto de la
distribución cantábrica, aunque para aseverar dicha afirmación es necesario
obtener una serie estadística que comprenda un mayor número de años.
En cuanto a la población oriental, parece haber estabilizado sus efectivos
sin advertirse tendencias significativas al aumento o disminución de los
mismos. Sin embargo, hay que decir que tanto el número de osos realmente
existente como la tendencia poblacional no son criterios suficientes, en
poblaciones tan pequeñas como las cantábricas, para evaluar el riesgo que
pesa sobre ellas, ya que la eventual pérdida de un individuo repercute
ampliamente en la población. El pequeño tamaño de estas poblaciones es un
peligro en si mismo y la extinción también puede ocurrir como resultado del
azar.
Además, el aislamiento de de las dos poblaciones debe ser considerado un
grave problema de conservación. Cada una de ellas presenta caracteres
genéticos propios y una problemática distinta desde el punto de vista
genético, que sugiere que sean manejadas como dos unidades de conservación
diferenciadas.
Por otra parte, y a pesar del avance espectacular en la consideración
social, política y administrativa de los problemas de conservación del oso,
la pérdida y fragmentación del hábitat y la muerte de osos causada por
personas continúan siendo factores de amenaza de primer orden.
Así pues, la situación de amenaza permanece y el oso cantábrico debe seguir
siendo considerado como especie en peligro de extinción. Consecuentemente el
Plan de Recuperación continúa siendo el instrumento técnico-jurídico
adecuado para abordar las tareas de conservación del oso pardo.
La finalidad del Plan de Recuperación en Asturias es eliminar el peligro de
extinción del oso pardo, favoreciendo el incremento del número de ejemplares
y su área de distribución, con las limitaciones inherentes a la coexistencia
con las comunidades rurales y su desarrollo socio-económico, favoreciendo la
conexión entre las dos poblaciones actuales y contribuyendo a garantizar la
viabilidad demográfica y genética a largo plazo del conjunto de la población
cantábrica.
El ámbito de aplicación de este Plan es la totalidad del área de
distribución actual del oso pardo en Asturias, definida por la presencia
permanente o frecuente de osos en el último quinquenio. De la misma forma, y
en los aspectos que correspondieran, se aplicará en el área de distribución
potencial del oso pardo en la región, que es la que por sus características
naturales y estado de conservación reúne condiciones como hábitat de oso y
ha contado con la presencia esporádica de ejemplares durante el desarrollo
del anterior Plan de Recuperación. De la misma forma, el Plan será de
aplicación en el corredor de comunicación entre las dos poblaciones
cantábricas de oso. (Plan de Recuperación del Oso Pardo Decreto 9/2002).
BIOLOGÍA DEL OSO PARDO
El oso pardo es la especie más emblemática de la fauna asturiana, y una de
las más amenazadas.
Se trata de un mamífero de gran tamaño, corpulento y musculoso. Los osos
cantábricos suelen medir alrededor de190 cm. y pesar en torno a los 120 kg.
aunque este valor varía en función de la época del año, dependiendo de la
cosecha de frutos y abundancia de comida. El oso tiene muy buen olfato y
oído, pero su vista es bastante mala, especialmente en distancias largas.
Una característica singular es que el oso pardo es un animal plantígrado, al
igual que los humanos, es decir, que apoya, para andar, todo su peso en las
plantas de los pies; por ello sus huellas son grandes y fácilmente
reconocibles. Por otro lado, es uno de los pocos animales capaces de
erguirse sobre las patas traseras, si bien solo lo hacen en determinadas
ocasiones, para alcanzar ramas altas, cuando se sienten amenazados, en
peleas por las hembras… y mantienen esta postura solo durante breves
instantes.
La coloración del pelaje de los osos es variable, va desde el pardo oscuro,
casi negro, al amarillento claro. Los de la Cordillera Cantábrica presentan
una coloración más oscura en las patas, cara amarillenta y cuartos traseros
muy oscuros.
Los osos cantábricos utilizan preferentemente bosques de haya, roble o
abedul y áreas de matorral, brezales o piornales, con masas forestales
cercanas. Generalmente aparecen en el rango de altitud comprendido entre los
mil y los mil cuatrocientos metros, donde son más frecuentes los bosques y
la influencia de la actividad humana es menor.
Su hábitat está condicionado por su alimentación. El oso es un animal
omnívoro, aunque su dieta es preferentemente vegetal. Su dieta sufre una
estacionalidad muy marcada y se adapta a los recursos disponibles en cada
época del año. En primavera se alimenta principalmente de brotes tiernos de
gramíneas y plantas herbáceas. Finalizando la primavera consume umbelíferas
de grandes hojas que debe buscar en zonas umbrías, como bordes de arroyos. A
partir de agosto, a medida que maduran, consume frutos carnosos como
arándanos, madroños, moras, etc. Durante el otoño e invierno, frutos secos
como bellotas, hayucos, castañas y avellanas. Esta dieta vegetariana se
complementa con proteínas procedentes de hormigas, abejas, larvas y carroñas
de ungulados despeñados o muertos durante el invierno. Puede llegar incluso
a acercarse a colmenares próximos a los pueblos para abastecerse de miel.
La ingestión de alimento es elevada especialmente en otoño, cuando el animal
debe acumular la grasa necesaria para poder sobrevivir al periodo invernal,
que pasan recluidos en la guarida de hibernación.
Para la hibernación suelen elegir cuevas que cubren con una capa de
helechos, brezo y hierbas; suelen estar en áreas muy agrestes de difícil
acceso
El celo en los osos tiene lugar en la primavera o principios de verano,
entre los meses de mayo a julio o agosto. Generalmente un macho cubre a
varias hembras. El mecanismo de la reproducción en los osos es de gran
complejidad, las hembras tienen la ovulación inducida por la cópula, lo que
hace aumentar la probabilidad de fecundación. Además, el óvulo fecundado no
se implanta en el útero de la hembra hasta principios del invierno, es lo
que se llama implantación diferida.
La gestación suele durar unos dos meses, por lo que el parto tiene lugar en
plena hibernación y dentro de las oseras. Generalmente nacen dos esbardos,
desnudos y ciegos. Al salir de la osera, al final del invierno, ya tienen
todo el cuerpo cubierto de pelo y muchos presentan un collar blanco que va
desapareciendo poco a poco. La madre les acompaña durante su primer año de
vida, no obstante, los hermanos suelen continuar unidos un año más e incluso
hibernan juntos. A partir de los tres años de edad alcanzan la madurez
sexual y se convierten en animales solitarios.